¿Jefe o novio? ventajas y desventajas de un noviazgo con el jefe


Ser la novia del jefe. Ese es el fantasma que orbita por nuestra mente desde hace un tiempo y nos persigue por el gimnasio, la compra de una remerita, la salida con amigas de los jueves por la noche y las clases teóricas de la facultad.
¡Ay aciaga situación la de la mujer joven conflictuada por el entrecruzamiento entre las relaciones del trabajo y las relaciones del amor! ¿Qué destino es el mejor, cuál la correcta decisión? ¿Nos imaginamos caminando en la iglesia de la mano de este hombre que hoy nos dice qué debemos hacer en la oficina?

¿Cuáles son más importantes: las relaciones laborales o las relaciones románticas?
Una amiga nos dice que, mirando al chico, no hay nada que pensar, y más si viene con un buen trabajo, otra nos dice que si él da un paso en falso y no prospera la relación eso pone en peligro nuestro empleo y nuestro buen nombre, otra, que debemos apoyarnos en el romance actual para crecer laboral y profesionalmente.

Toda mujer actual que trabaja y es en gran medida independiente se cuida y se mantiene bella y atractiva.
¿El amor se dio naturalmente o yo hice algo para provocarlo, o tal vez no puse un límite cuando debía hacerlo porque él, como es varón, siempre va a querer cama directamente? ¿El es así conmigo o con todas sus secretarias anteriores fue igual? ¿No dicen en todos lados acaso que yo tengo derecho a disfrutar? Muchos interrogantes estos que junto con otras cientos o miles de variantes acomenten a toda empleada que siente una atracción hacia su jefe y comprueba que hay correspondencia e inicia intercambios cercanos del tercer tipo -y a veces hasta del cuarto- con él.
El está libre, soltero, no es casado y eso abre muchas expectativas a las esperanzas de la chica soltera, que entonces pasa a la fase de evaluación sistemática y prospectiva del candidato.
La relación con el jefe pasa de las palabras a los hechos. Muchas veces las chicas que inician un romance con su jefe evalúan al sujeto de modo riguroso antes de aceptar cualquier intimidad, pero hay algunas chicas que son menos rigurosas a la hora de evaluar medios, circunstancias, condiciones y consecuencias de ciertos actos que perciben como muy gratos que realizan una evaluación posterior, pero la hacen.
Patrimonio, soltería, apariencia física, estado físico, etc. -sobre todo etcétera- son elementos importantes para que el jefe califique como potencial novio, pero tal vez el decisivo sea perspectivas reales de progreso y movilidad social. Superado el proceso evaluativo, o sea, establecido que el candidato es apto, pasamos a nosotras.
Bueno, es un lindo chico, jefe, joven exitoso, ya está! Pero algo no nos convence, quienes hemos pasado por eso conocemos bien duda peñueña, algo que no nos convence y no sabemos qué es, esa insatisfacción profunda femenina que funciona como una intuición, y puede que sea la señal de que el romance con el jefe no tiene futuro.
En esa situación, una pequeña duda es un iceberg gigante, así como una pequeña rajadura en el fuselaje de un avión en ciertas circunstancias puede ser sinónimo de gran daño. Pensando racionalmente ¿para qué complicarme si no va a prosperar la relación? ¿Disfruto lo suficiente estando con él? Lo más prudente es tomar distancia, pues después de todo cuando salgo disfruto de mi juventud.
Pero la soledad....¡Ay, soledad, que tanto quitas y tanto das a los mortales! se impone como una gélida nube avernal implacable como la mar, inconmobible como dios petrificado, intratable y fatal.
Entonces dudamos de nuevo. A ver, empecemos de nuevo: ¿cómo empezó todo? ¿él se acercó a mí?...
En una fiesta muy importante de la compañía, una noche calurosa de primavera comenzó algo que tal vez ya no existe, tal vez sea  alguna vez recordado solo como un breve acuerdo -mero acto de intercambio- en la pasión, o tal vez pueda cambiar un destino o dos destinos y hacer que el frío jefe de otrora se convierta en el organizador de tu boda, con una gran prospectiva en lontananza de dicha familiar.

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